Un Sanvicentano Viajando a la Antártida en 1916

Escrito por Juan Carlos González Labra, investigador sanvicentano.

El vasto continente helado situado en el extremo sur de nuestro planeta, ha sido siempre un atractivo desde tiempos remotos. Por ejemplo, los antiguos griegos teorizaron sobre su existencia al suponer que en el hemisferio sur debía de existir un continente para equilibrar los del hemisferio norte.

El capitán de navío británico James Cook fue el primer explorador que circunnavegó la Antártida en 1770, pero nunca avistó el continente. Al ser un continente prácticamente desconocido para la humanidad durante siglos, fue una zona llena de mitos y leyendas.

Desde mediados del siglo XIX, las potencias mundiales comenzaron a preparar expediciones con la intención de llegar al polo sur o al polo norte, todas ellas pretendían realizar investigaciones científicas y exploraciones geográficas, esperando de alguna manera que la Antártida dejara de ser un continente desconocido. En 1910, dos grandes expediciones se organizaron para ir al Polo Sur, una noruega liderada por Roald Amundsen y una británica liderada por Robert Falcon Scott. La expedición de Amundsen pasó a la historia por ser la primera que alcanzó el Polo Sur, pero su hazaña se vio siempre ensombrecida por el destino trágico de Scott y cuatro de sus hombres, que después de alcanzar el Polo solamente un mes más tarde que Admudsen, perecieron en el camino de regreso al campamento base.

El éxito logrado por el noruego Amundsen, motivó al irlandés Ernest Shackleton, que ya había intentado dos veces la proeza de llegar al Polo Sur, para escoger un objetivo mucho más ambicioso: la travesía a pie de costa a costa de la Antártida pasando por el Polo Sur, en un viaje glaciar de cerca de 3.000 kilómetros.
La expedición organizada por Shackleton fue llamada “Expedición Imperial Trans-Antartica”, financiada por el imperio ingles y el buque elegido para dicha expedición fue el rompehielos “Endurance” (Resistencia). Lo riesgoso de la expedición, se deducen claramente con el aviso que publicó Shackleton en el periódico “The Time” para reunir la tripulación:

“Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.

Shackleton  partió de Londres el 1 de agosto de 1914. A los pocos días después estallaba  la Primera Guerra Mundial, pero las opiniones eran que el conflicto no duraría más de seis meses.

El viaje hasta Buenos Aires fue tranquilo, y el 26 de octubre dejaban este puerto, para dirigirse a la isla Georgia del Sur. Luego,  a medida que el “Endurance” fue internándose en el mar antártico, tuvo que ir disminuyendo su velocidad por la gran cantidad de hielo que dificultaba su marcha. Cada kilómetro de avance era más lento, hasta que finalmente su principal enemigo, el hielo, lo venció. Los inmensos bloques de hielo hicieron que el 18 de enero de 1915, el “Endurence” quedara definitivamente atrapado en el hielo a casi 2.000 kilómetros de su objetivo. Shacleton junto a sus tripulantes decidieron abandonar la misión y esperar infructuosamente que el deshielo en los próximos meses pudiera permitir sacar al barco del atrapamiento. Pasaron las semanas y los meses y ocurrió lo inesperado. El hielo cada vez se fue compactando más y más hasta que definitivamente el 27 de octubre, el hielo asfixio al barco destruyéndolo completamente.

«Endurance» atrapada en el hielo.

En abril de 1916, los náufragos decidieron partir en tres botes rumbo a la isla Elefante. Una vez instalados en la isla, Shackleton decide salir en busca de socorro en uno de los botes, acompañado de los 5 hombres que se encontraran en las mejores condiciones. Después de 17 angustiosos días de navegación en el bote, logran llegar a la isla Georgia del Sur (islas Malvinas). Ahí solicita ayuda para ir en busca de sus compañeros. A los pocos días salía en un buque ballenero, el “Southern Sky”, pero este primer intento tuvo que devolverse sin poder llegar a isla Elefante por que las condiciones climáticas y el hielo no le permitieron avanzar más, por lo cual vuelven a isla Georgia del Sur. De ahí se pidió ayuda al Rey de Inglaterra, pero por estar en plena 1ª Guerra Mundial, la ayuda ofrecida requería de mucho tiempo de espera. Se dirige entonces al gobierno uruguayo, éste, le envía el pesquero “Instituto de Pesca Nº1” para realizar un segundo intento. El buque pesquero quedó a 25 kilómetros de la Isla Elefante porque sus máquinas se averiaron. Volviendo nuevamente a isla Georgia del Sur. Shackleton se embarca en el “Orita” en dirección del puerto de Punta Arenas, donde pide ayuda a la comunidad británica residente en la ciudad y a los diplomáticos y medios de comunicación. Con la ayuda recibida, arrendó la embarcación “Emma” que era de navegación mixta, a vela y con motor auxiliar a carbón. Sale del puerto de Punta Arenas el 12 de julio remolcado por la escampavía “Yelcho”  que los deja en altamar, esta última, a cargo del piloto 2º Luis Alberto Pardo Villalón. La idea era que al remolcar a la “Emma”, esta no gastaría combustible (carbón), dándole así, una mayor independencia de viaje por si era necesario. El 21 de julio tuvieron complicaciones en las máquinas y la hélice se rompió. El regreso a Punta Arenas a vela era muy difícil por las complicaciones del clima, por lo cual, decide ir a Puerto Stanley (islas Malvinas), llegando el 03 de agosto. Desde Puerto Stanley debido a las graves fallas que tenía la goleta “Emma”, Sackleton solicitó al jefe del Apostadero Naval de Magallanes que fuera a auxiliarlo  la escampavía “Yelcho”. El tercer intento había fracasado.

Ya de regreso en Punta Arenas, Shackleton solicitó oficialmente la ayuda a la Armada de Chile, para que la escampavía “Yelcho” fuera a rescatar a sus 22 náufragos a la Isla Elefante. La respuesta la manda el propio Presidente de Chile, señor Juan Luis Sanfuentes, señalando:

“Gobernador de Magallanes: Sírvase saludar a Sir Ernest Shackleton y decirle que queda a su disposición la escampavía “Yelcho” a fin de que el célebre explorador, a quien le deseo éxito completo, pueda socorrer a sus valientes compañeros. Sanfuentes”.

De inmediato se informó al comandante de la “Yelcho”, piloto 1º Francisco Miranda B., el cual se encontraba enfermo. Considerando lo peligroso de la misión, se decidió llamar a voluntarios. El primero que se presentó fue el piloto Pardo, que frente a la seguridad y firmeza de su voz, el mando naval lo aceptó.

De inmediato el piloto Pardo comenzó a planificar el rescate. Para ello comenzó por hacer la ruta de viaje y luego comenzó a buscar a la tripulación que le diera mayor confianza. Como el piloto Pardo era el comandante 2º de otra  escampavía chilena, la “Yánez”, decidió pedirle a esa tripulación si voluntariamente lo acompañaban en este peligroso viaje. Su petición tuvo una positiva aceptación. Entre esos tripulantes de la “Yañez” que decidió acompañar en la riesgosa aventura a su jefe piloto Pardo, se encontraba el fogonero Luis Contreras Castro, sanvicentano.

Lo arriesgado del rescate era de conocimiento público. De hecho, el piloto Pardo mandó una carta a su padre que en una de sus partes señala lo siguiente:

“La tarea es grande. Pero nada me arredra, soy chileno. Dos consideraciones me hacen hacer frente a estos peligros: salvar a los exploradores y dar gloria a Chile. Estaré feliz si pudiese lograr lo que otros no. Si fallo y muero, usted tendrá que cuidar de mi Laura y a mis hijos, quienes quedaran sin sostén ninguno a no ser por el suyo. Si tengo éxito habré cumplido con mi deber humanitario como marino y como chileno. Cuando usted lea esta carta, su hijo estará muerto o habrá llegado a Punta Arenas con los náufragos. No retornaré solo”.

Esta carta demuestra lo incierto y riesgoso del viaje de rescate, incertidumbre que tanto el piloto Pardo como la tripulación, en la que se encontraba Luis Contreras, la asumieron voluntariamente.

Tanto la”Yelcho” como la “Yáñez”, no eran embarcaciones apropiadas para el rescate, pero de las dos, la que se encontraba en mejores condiciones era la “ Yelcho”. Ésta,  era una embarcación que no tenía calefacción, alumbrado eléctrico, ni radio. No tenía doble fondo, lo que la hacía de fácil hundimiento si una masa de hielo rompía su casco. Aun así, el buque fue preparado con la mayor de las urgencias.

El viernes 25 de agosto a las 00:15 horas,  salía llena de esperanzas la “Yelcho” desde el puerto de Punta Arenas, siendo su primer destino, la isla Picton, ahí estaba el último lugar más austral donde podía abastecerse de carbón para su travesía.

Después de cruzar la zona de los canales, fondeo a las 17:00 hasta el día siguiente. Al amanecer del día sábado 26 se retomó el viaje hasta fondear en Ushuaia después de más de 11 horas de navegación. Nuevamente al amanecer del día domingo, se puso en marcha para llegar a la isla Picton a las 11:15 horas.

Todo el viaje desde Punta Arenas hasta la isla Picton se realizó con favorables condiciones climáticas. Una vez en la isla, se comenzó la carga de carbón, que terminaron el día siguiente a las 03:30 horas. 30 toneladas de carbón se cargaron en las carboneras del buque, dejando una reserva en cubierta.

Aprovechando las buenas condiciones climáticas el piloto Pardo decide zarpar de inmediato ese día lunes, ordenando a los maquinistas que la velocidad sea de 10 nudos (18 kilómetros por hora aproximadamente). A unos 1.000 kilómetros antes de llegar al Cabo de Hornos, comenzaron a encontrar los primeros grandes témpanos. Se continuó la navegación el día martes con buenas condiciones hasta las 17:00 horas, se entraba a la zona de las nieblas del mar austral. La marcha se bajó a 3 nudos (5,5 km/hrs.) y la vigilancia ocular se apoyó al máximo por gran parte de los tripulantes. La marcha continuaba. Estaban a más de 2.500 kilómetros del objetivo, la isla Elefante. En esta zona la navegación se hacía a ciegas por la espesa neblina, con el riesgo de que un tempano grande chocara con la “Yelcho”. La temperatura fluctuaba entre los 5 y 10 grados bajo cero. A las 05:00 de la mañana del día miércoles, la neblina dejaba ver a una milla (1,6 kilometro), esto hizo que la orden a los maquinistas y a los fogoneros fuera “a toda máquina”. 18 km por hora. La idea fue, que aunque se aumentaba el riesgo, era imperioso llegar a la isla Elefante ese día miércoles, porque se suponía que ese día el tiempo sería optimo para efectuar el rescate.

A las 8:00 AM comenzaron a aparecer los pequeños témpanos, una hora después, entraban a la zona de los grandes y riesgosos témpanos. Cerca de las 10:30 AM, se veía la parte norte de la isla Elefante. A las 11:10 se encontraban a 4 kilómetros de la costa. Se tuvo que extremar la vigilancia por proa y por los costados para avistar con antelación el posible choque con uno de los grandes témpanos. En estas condiciones la “Yelcho” continúo navegando hasta que a la 1:30 PM con alegría, se pudo ver a los náufragos. La “Yelcho” se acercó lo que más pudo a la costa de la isla, desde ahí se escuchaban los gritos de alegría de ellos. De inmediato se mandó una chalupa (bote) a tierra, en él iba Shackleton a recibir a sus 22 náufragos que con gran alegría lo abrazaban. Se cargó con la mitad de los náufragos y algunos objetos de importancia. Un segundo bote fue por el resto de los hombres.

A las 2:25 PM, todo estaba a bordo de la “Yelcho”. El piloto Pardo ordenó nuevamente poner en marcha las máquinas para salir lo antes posible de esa zona de alto riesgo. A las 09:00 PM, se lograba salir sin novedades de la zona riesgosa y de densa neblina. Se continuó la navegación toda la noche. El día jueves, a las 08:00 PM se complicaron las condiciones del mar y climáticas.  La “Yelcho” continuó navegando con las indicaciones del piloto Pardo. El día viernes, la neblina y condiciones climáticas eran tan adversos que Pardo cambió el rumbo que pretendía seguir, su objetivo inicial era llegar al canal Beagle, resolvió dirigirse al Estrecho de Magallanes, para entrar por la boca oriental. A las 06:00 PM, del día sábado, la “Yelcho” entraba al estrecho de Magallanes sin poder fondear por lo complicado del clima. Continuó la navegación, hasta que a las 04:00 AM del día domingo 3 de septiembre, llegó sin novedades al puerto Rio Seco, siendo recibido con gran júbilo. De aquí, Pardo comunica a las autoridades navales de Chile, que había llegado con los 22 náufragos a salvo.  A las 10:30 AM salía de este puerto con destino a Punta Arenas, fondeando en este puerto a las 11:30 AM.

Las campanas de las iglesias, las sirenas, daban aviso de la llegada a Punta Arenas de la “Yelcho”, casi todos los habitantes se volcaron al puerto a recibir como héroes a la tripulación y a los náufragos de Shackleton. Al arribo de la “Yelcho” en el puerto, fueron recibidos los náufragos y la tripulación por el Gobernador Fernando Edwards, junto a él marcharon todos al compás de la banda de la ciudad, hasta el hotel Royal para su descanso. Esa noche, el Club Británico les ofreció una recepción con muchos festejos. Las manifestaciones de alegría de los Puntarenenses fueron numerosas, uno de ellos fue junto a los colonos británicos y oficiales de la Armada y del Ejército; el domingo 10 de septiembre, en el Club Hípico se realizó un picnic popular donde asistieron cerca de 5.000 personas.

Bienvenida en la Plaza de Armas de Punta Arenas

Después de las celebraciones señaladas, la “Yelcho” se prepara para salir con destino al puerto principal de Chile, Valparaíso, haciendo una escala en Talcahuano.

El 27 de octubre llegaba llena de banderas al puerto de Valparaíso la histórica escampavía “Yelcho”  junto a los náufragos  comandada por el piloto Pardo y su tripulación, entre ellos el sanvicentano Luis Contreras Castro. Todas las naves de la Escuadra chilena y los buques mercantes que se encontraban en la bahía le daban la bienvenida con sus pitos y sirenas, con toda su tripulación formada en cubierta. Un gran número de embarcaciones menores la escoltaron hasta que arribó al muelle Prat. Ahí, eran esperados por el Intendente de la provincia, don Aníbal Pinto, y por el Alcalde, Vicealmirante don Jorge Montt, quienes recibieron a los náufragos y a los héroes del rescate,  en medio de las vivas populares de una multitud de vecinos que llenaron todos los lugares desde donde fuera posible ver la ceremonia.

Arribo a Valparaíso escampavía Yelcho

Muchas actividades de reconocimiento hubieron también en el puerto de Valparaíso en los días posteriores a su arribo, en una de ellas, se les hizo entrega de una medalla confeccionada especialmente para el grupo de náufragos, para el piloto Pardo y para su tripulación. Recibieron personalmente el saludo del Presidente de la República.

Según información de la Embajada Británica en Chile, tras el rescate y en pleno apogeo de la Primera Guerra Mundial, la hazaña de Pardo y Shackleton apareció en 95 artículos de  prensa en Reino Unido, destacando la perseverancia de Shckleton y la osada hazaña de la tripulación de la “Yelcho”.

Tripulación de la Yelcho.

¿Quién era Luis Contreras Castro?

Luis Contreras Castro nació en San Vicente de Tagua Tagua en 1892, vivía en Pueblo de Indios. De espíritu aventurero, Contreras siendo muy joven partió con rumbo al norte de Chile para ir a trabajar a las salitreras, donde estuvo hasta el año 1916. Ese año se alistó en la marina. Entre todos los trabajos que tuvo fue: cargador en Iquique, gasfíter en Santiago y  minero en Antofagasta. A los 53 años se encontraba viviendo nuevamente en San Vicente, trabajaba reparando techos y poniendo tejas en las casas de San Vicente. Probablemente, poco entendía lo que él junto a la “Yelcho” habían logrado  en pleno invierno austral, escribir una página brillante en la historia de la Armada de Chile.

El martes 30 de agosto de 2016, la Armada de Chile realizó un homenaje a la hazaña de la “Yelcho” al cumplirse 100 años del rescate. La ceremonia se realizó en aguas del estrecho de Magallanes, frente a Punta Arenas, y fue encabezada por las máximas autoridades de la Armada de Chile, representantes del gobierno y autoridades regionales. La Embajadora de Reino Unido, Fiona Clouder y Fernando Pardo, nieto del piloto Pardo, fueron invitados especiales.

Así fue el viaje de un sanvicentano a la Antártida en 1916, participando en  la primera hazaña naval de Chile en tiempos de paz.

San Vicente, lunes 8 de mayo de 2017