Una Fría Celebración de Año Nuevo en San Vicente de Tagua Tagua, en 1903

Escrito por Juan Carlos González Labra, investigador sanvicentano.

Se acaba de cerrar un ciclo para comenzar uno nuevo. Este simple análisis es el que en tiempos remotos hizo la gente, dando origen a la celebración del hoy llamado “Año Nuevo”.

Hace aproximadamente 4.000 años atrás, los babilonios vieron en la repetición de las estaciones, un motivo digno de celebrar, entendiendo que con la llegada de la primavera, las cosechas comenzarían, y la producción podía ser buena o escasa. De esta manera, cuando comenzaba la temporada de siembra, se transformó en un rito el  celebrar y dar parabienes a todos los ciudadanos, con la idea de tener una buena cosecha, que por añadidura traería un mejor pasar a todos. En las diferentes culturas que han existido, los cambios de ciclo han llevado implícito ritos que buscan la felicidad, el éxito y la abundancia en el nuevo ciclo que se iniciará.

En muchos países del mundo, incluido Chile, el Día de Año Nuevo se celebra el 1 de enero, con fuegos artificiales y fiestas la noche anterior. Sin embargo, esta no es la única forma de celebrar ni la única fecha considerada como el inicio de año. Así tenemos que varias culturas mantienen sus fechas originales y variables, por ejemplo, la china (19 de enero), judía (14 de septiembre) o la mapuche (21-24 de junio). Este desfase se produce por la entrada en vigencia en todos los países en los cuales tenía gran influencia la iglesia Católica, en 1582, del calendario gregoriano que es el que nos rige hasta hoy. En muchos países, el nuevo calendario se  implantó varios años o siglos después.

Siendo el 1 de enero el primer día del nuevo año, en Chile, las fiestas hasta fines del siglo XIX eran de poco jolgorio, entre otros motivo, porque el día 1 de enero era un día de trabajo como cualquier otro, a no ser que fuera día domingo. Recién en 1915, se promulga la ley 2.977, con fecha 28 de enero, en la cual se declara como feriado el día 1 de enero de cada año. Probablemente esta ley ayudó a que la noche del 31 de diciembre fuera más glamorosa la celebración de final de año. Así también, el fascinante espectáculo que nos brindan los show pirotécnicos de fuegos artificiales, tan masivos hoy en día, vieron sus inicios en el puerto de Valparaíso, el 31 de diciembre de 1953.

Hace más de 100 años atrás, en los pueblos de provincia, las autoridades locales eran las encargadas de amenizar a los vecinos de cada pueblo para la celebración del año nuevo, que como lo señalé anteriormente, el día 31 de diciembre era un día de trabajo, al igual que el día 1 de enero, recién en 1915 se oficializó como día feriado. Es por esto que podemos suponer, que por esos años las celebraciones eran mucho menos pomposas que las que conocemos en los últimos años.

Las autoridades daban un poco la iniciativa de los festejos, organizando actividades para recibir de buena manera y de acuerdo a las costumbres de la época, el nuevo año, junto a todos los vecinos.

En San Vicente, la llegada del año 1903 fue muy poco festiva. En los primeros días de ese año, los sanvicentanos se quejaban de que las autoridades del municipio no habían organizado nada para celebrar de buena manera la llegada del año 1903. Es más, alegaban también por la poca preocupación de las mismas autoridades, por la celebración de la navidad de 1902.

Como no existió un programa de celebración para el día 31 de diciembre, solo “algunas familias se fueron a la plaza” a esperar las 12 de la noche. Y ¿cómo se señalaban las 12 de la noche a todos los asistentes que se reunían en la plaza? Eran las longevas campanas de nuestra iglesia San Juan Evangelista las encargadas de anunciar el inicio de un nuevo año.

Entre las familias asistentes esa noche especial de verano, se encontraba la familia Contreras, y en representación de ella, y para dar un poco de solemnidad a la celebración, salió la señora “Cruz Roja de Contreras, junto a su hija, a cantar la Canción Nacional”, que probablemente, debe haber sido coreada por los pocos asistentes que se congregaron en el principal paseo de San Vicente en esos años, la Plaza, que llevaba el nombre de General Velásquez. Cuando la señora y su hija terminaron de cantar, fueron “celosamente felicitadas por las familias que se encontraban”.

Pero mientras algunos sanvicentanos celebraban en sus casas y otros lo hacían en la Plaza, paralelamente, un par de ladrones trataba de entrar a robar a una de las tiendas más importantes que existían en el centro del pueblo, la “Tienda Española”, cuyo propietario era don Isidro Díaz. Durante la noche, unos ladrones “empezaron a barretear una de las puertas de la tienda”, pero afortunadamente, “los empleados que duermen en el mostrador” sintieron el ruido, se levantaron y salieron del negocio, pero los ladrones salieron huyendo.

Este hecho delictual es un botón de lo que estaba ocurriendo en los últimos meses en el valle de Tagua Tagua, una ola de asaltos y robos atemorizaban a los vecinos de San Vicente y del valle. Esta fue, probablemente otra de las razones por las cual muy pocas familias llegaron a esperar las 12 de la noche del día 31 de diciembre de 1902 a la Plaza del pueblo.

Los acontecimientos más impactantes eran, por ejemplo, que el bandido Santos Bustamante, conocido en toda la región de Colchagua, había sido encontrado y muerto por la policía, cerca de El Tambo, en los cerros de la Angostura de Malloa. A fines de octubre de 1902, se fugaba del cuartel policial de Pencahue el “célebre bandido” Benjamín Palma, que había sido encontrado y detenido en una casa en Pueblo de Indios. Se sumaban a todos estos sucesos, un asalto a una relojería, robo de novillos, y como si fuera poco, el bandido conocido como “el poto de bola” andaba merodeando el valle de Tagua Tagua, especialista en robar gallinas, de 15 a 20 por robo.

En resumen, tres buenas razones hicieron que esa noche del miércoles 31 de diciembre de 1902 los sanvicentanos no celebraran con entusiasmo la llegada del nuevo año, la falta de un programa de actividades por parte del municipio; al día siguiente había que trabajar como siempre;  y la delincuencia que asía de las suyas por esos meses.

Viernes 1 de enero de 2016, San Vicente de Tagua Tagua