De cómo se formó la laguna de Tagua Tagua
Por Eugenio Bastías Cantuarias, investigador de la cultura folclórica.
Lo singular y de grande enseñanza es que se conserva una tradición de tiempo inmemorial entre los indios, que en aquel sitio [la laguna de Tagua Tagua] antiguamente, antes de la venida de los Españoles, había un hermoso valle muy ameno y poblado de infinita gente, y que no había laguna, ni señal de ella, sino mucha amenidad, y sementeras en abundancia para las delicias de los naturales. Pero que con la abundancia y el regalo eran sus costumbres tan estragadas y tan enormes sus vicios, que no contentándose con la muchedumbre de mujeres propias, y ajenas: se desenfrenaban (como bestias) en los torpísimos vicios de la sodomía y bestialidad. Entraron un día en aquel valle dos hermosos mancebos en el traje y rostros nunca vistos, y en la hermosura y gravedad admirables, que en la realidad eran ángeles; y les dijeron a todos los habitadores de aquella tierra que venían enviados del Señor del cielo, y la tierra, del mar, y de los vientos, del sol, luna, y Estrellas; y que venían a requerirles de su parte como los requerían; que se enmendasen de tan enormes vicios y obscenidades con que gravísimamente ofendían al autor de la naturaleza y a su Dios y Señor, a quien debían todo amor y obediencia; y que si no se enmendaban serían gravísimamente castigados en esta vida, y más rigurosamente en la otra con eternas penas y tormentos. Y dicho esto desaparecieron y no los vieron más. Causóles alguna novedad al principio; pero no enmienda porque perseveraron en sus torpezas. ¡Oh, gran paciencia de Dios y grande su misericordia!, que no se contentó con su aviso sino que pasados algunos años, volvieron los dos ángeles en figura humana, y en el traje, y hermosura, dando muestras de que no eran hombres terrenos, sino espíritus celestiales. Volviéronles a requerir a los indios, afeáronles sus vicios, y dijéronles que estaba ya cercano el castigo de Dios, si no se enmendaban de sus pecados. Desapareciéronse, y los indios endurecidos en sus malas costumbres y ciegos a tanta luz perseveraron en sus delitos, incrédulos del castigo como los de Sodoma. Mas después de pocos días vino el castigo de Dios sobre ellos. Porque tembló la tierra y se estremeció con tanta furia, que abriéndose en diferentes grietas, y por diversas bocas: pronunció la sentencia y ejecutó el castigo; vomitando tanta cantidad de aguas que inundó todo aquel valle y anegó a cuantos en él había; sus casas haciendas, y sementeras sin dejar memoria de aquella tan nefanda gente. Y quedando para eterna memoria y escarmiento de los demás aquella laguna que hoy se ve, y ha permanecido después de tantos años, que ha que sucedió este tan maravilloso caso, digno de eterna memoria; pues en él resplandece la piedad divina en uno y otro aviso, el amor con que en todos tiempos requiere a los hombres, para que huyan de su ira, y justo castigo.
En: Rosales, Diego de. Historia general del Reino de Chile. Flandes Indiano, Libro Segundo, Ed. Andrés Bello, Santiago, 1989, pp. 237-238.
San Vicente, jueves 12 de marzo de 2015.